lunes, septiembre 11, 2006

Estoy en un pueblecito al lado de la playa donde el progreso se ha detenido paraciertas cosas.El camión del butanero pasa recordando que es necesario repostar para seguirandando. Estancarse en un pasado atrofia el camino. Sin embargo lo miro, altiva,dejándolo pasar. Soy autosuficiente esta mañana.
A lo lejos, una anciana asomada a su ventana, mira los coches pasar, símil deuna vida que se aleja hora tras hora.Trapo en mano, se limitaba a quitar unas motas de polvo inexistentes con el finde quitar de un plumazo la vejez que la había atrapado. Cansada de su labor, sesentaba en su butacón, pero con el recuerdo del deber de vivir, se levantaba impulsada como el resorte del guiñol que se aloja en su caja cuadrada y perfecta.

Abajo, aprecio alguien que espera. Como Godot, espera.
Todos esperamos algo, algo que nos desespera con frecuencia. La libertad llega cuando comprendes que la espera no llega a ninguna parte. Entonces es cuando empiezas a vivir.

Dos mujeres se pasean. Representan el nacimiento y la muerte.
El día ayudando lanoche a caminar se arrastra dificultosa por llegar donde el sol comienza un día más. Este caminar influye en la juventud cuyo rostro muestra la resignación impuesta por una sociedad que nos rige.
Visto desde mi balcón el mundo se compone de seres diminutos que podría atraparen mi puño. Pero entonces recuerdo que yo misma me convierto en hormiga cuandobajo de mi pedestal. Me quedo pensativa un buen rato para intentar comprender.
Normalmente dejo que la paz viva en mí, mas dejo que las dudas invadan a veces este cuerpo. Es comoperturbar la perfección que has conseguido después de un largo proceso.
No es una locura masoquista, creo que forma parte de la vida. No es exclusividad de mipersona. Cada ser tiene el poder de complicar su existencia. Ése es el juego dela vida.

Sin embargo el cansancio se apodera del pensamiento. El sol comienza a calentar dejándolo penetrar en mis neuronas. Debería levantarme e irme para refrescar esteambiente que empieza a ser incómodo.
En el balcón, a lo lejos, no queda más que el trapo pues hace tiempo que laanciana se marchó.Lo hizo antes de iniciarme en esta banal conversación conmigo misma.

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