sábado, febrero 24, 2007

el cañón


Al llegar al cañón, supe entonces que no me había equivocado.
La inmensidad del abrupto paisaje junto a la agresividad que el Segura nos mostraba, me llenaron de satisfacción.
Comenzamos a bajar por una pendiente y entonces eché de menos mi bastón, mi fiel bastón que me había acompañado por otros senderos.
Resignada, bajé con cuidado.
Cuando llegamos al puente, para cruzar el desfiladero, miré hacia abajo.
Si hubiese sido pez hubiese saltado hacia esas aguas turbulentas que gritaban y chillaban a la naturaleza.
Parecía el enfado de un ser encolerizado. Mientras, el verdor del bosque apaciguaba y traía paz al lugar.
Lugar mágico donde podías oír las conversaciones mantenidas por árboles inmensos, por pájaros incorrectos que nos desafiaban con sus vuelos perfectos.
El sendero se perdía entre el bosque que pretendía impedirnos avanzar hacia un mundo que no nos era permitido. Pero seguimos tranquilos, en fila india, saboreando el aroma y palpando la vida que había a nuestro lado.
Miré hacia arriba.
El sol, entre el follaje, me deslumbró y fue cuando quise ser ave para volar hacia arriba, dejar el frescor y quemarme las plumas en el intento.
Volver a bajar, planear hacia el agua turbulenta. Planear y beber la vida con mi pico, piando de júbilo.
Siempre sucede lo mismo. La naturaleza me suele embeber.
La contemplación llega a mis ojos, a mi mente, a mi alma. Entonces me maravillo ante ello.
Después de dos horas en el cañón, vimos al otro lado, la cueva de la Serreta.
El lugar impresiona . Se aprecia la vista de la pendiente abrupta, donde hace millones de años, unos seres pudieron convivir con la salvaje naturaleza.
A pesar de la distancia, sus pinturas rupestres, únicas en el sureste español ,se podían visualizar, con unos prismáticos.....Momento sublime.
Levanté mis brazos y le grité al tiempo ¡Vivo! ¡Amo! ¡Gracias Tierra!

1 comentario:

Gsús Bonilla dijo...

estás invitada
siempre que lo desees
a mi particular naturaleza..

tienes un blog bastante
interesante,

abrazos.,