martes, mayo 29, 2007

Azul I


-I-

No sé porque empecé este relato.
Escribe sobre la vida me dijeron, sobre el amor, sobre la muerte ¿Merece la pena reír?¿Merece la pena sobrevivir? No quiero recordar, pero no quiero olvidar aquel día.
Dicen que se aprende de cualquier acto, de cualquier momento, incluso de los más dolorosos.
Es raro, pero, aprendí, a re-memorarlo como un acto de amor.
Creo que el amor es eso, la entrega absoluta sin nada a cambio. Re-memoro entonces pues no quiero recordar....recordar.

El mar está enfurecido.
-Está enfadado, me ha dicho mi madre....pero no con nosotros, sería ridículo; si no con ellos.
Nos han pillado desprevenidas y a la vez confiadas hacia nuestro entorno protector.
Pero subestimamos el ímpetu y la tozudez del ser humano.

Mi madre se está angustiando, lo sé. No tengo que defraudarla. Me creo pequeña pero no lo soy.
Hace ya varios días que mi madre ya no me amamanta. Ya tengo dos años.
Y mi padre.....Ayyyy mi padre!!! Se fue cuando vino el periodo estival a buscar nuevas
aventuras.
Antes de irse me dijo:

-PequeeeeñaOOOOO....Somos espíiiiirituuusss libres....VivEeeee....

Hummm, no sé, no sé. Pero nunca le guardé renco, lo comprendí, nada más.
No tengo que despistarme y ahondar en el pasado. Vamos, concéntrate, concéntrate.
No tengo que defraudar a mama. Sé que su angustia aumenta.
Nadamos a toda velocidad. Nos sumergimos en las profundidades pero es necesario volver a salir.
Las olas son inmensas, pero el barco sigue allí, tras nosotras, infatigable.
Miro a mi madre y he visto una lágrima caer de sus ojos y confundirse con el mar.
Es raro no sabía que podíamos expresar ese sentimiento.

-Pequeña, me dice, no voy a poder seguir. Estoy cansada, muy cansada. Sigue, hazlo
por mi. Vive para mi. No te detengas pase lo que pase.
-Mama, somos uno, me lo dijiste. No puedo dejarte atrás.
-Obedéceme, te lo ordeno, te lo suplico....te amo. Vive para mi.

Y, me empuja violentamente con su enorme cola.

-¡Vive!¡Vive!!
¡Aaaaahh!! Mi grito se confunde con la tormenta porque veo mi madre que gira, cambiando de sentido y dirigirse hacia ellos.
Entonces comprendo, vuelvo a comprender y decido nadar velozmente, con todas mis fuerzas hacia la vida.

Odio a los hombres...odio a los hombres. Siempre he procurado el no-contacto desde aquel día.
Oí su dolor, oí su desgarro, oí y sentí su muerte.
¿Su muerte? No, no fue su muerte sino su vida.

Desde entonces somos más que uno. Mi madre vive en mi, vive en mi alma, confundida pero llena de vida.

1 comentario:

Charo Bolivar dijo...

Me alegro de haber despertado "recuerdos" . Todos nos hemos hecho a base de esos recuerdos cuando eran hoy.
Un beso